sábado, 8 de diciembre de 2012
La Dame des Hospitaleurs
lunes, 13 de agosto de 2012
Elixir Priapus - Crónicas de Kelmor
domingo, 22 de julio de 2012
VECINAS
lunes, 2 de julio de 2012
Cada vez que oigo hablar de lo mal que está todo, de lo sinvergüenzas que son los políticos, banqueros y otros personajes de mala praxis me pregunto que podría hacer o hacerse para solucionar estos problemas y me viene a la mente una escena del episodio II de Star Wars, cuando Anakin le dice a Padme que para que las cosas funcionen deberían estar dirigidos por alguien sabio que obligara a todos a aceptar sus decisiones que serían lo mejor para todos. Estamos tan mal como para aceptar una dictadura?
Por otro lado, cada vez que entro al FB la mayoría de entradas hablan de la mala situación actual de todo el mundo, del incendio (en estos pocos días) de animales abandonados, maltratados y necesitados... Me angustio, me angustia todo esto, no sé que podría hacer, algo que diera resultados visibles. Como parece que el dinero es lo mas urgente en la mayoría de los casos, hago mis aportaciones dentro de mis posibilidades, aunque supongo que si me aplicara podría dar mas, pero necesito ser un poco egoísta.
No sé si suena a excusa, pero no puedo estar en este continuo estado de angustia. No sé los demás, pero es así como me siento, es así como me afecta. Yo estoy en paz cuando no pienso en nada, no me preocupo por nada...
Mi madre hace unas semanas perdió la visión del ojo izquierdo debido a un ictus, un infarto en dicho ojo. Voy a verla cada quince días o mas a menudo si es necesario, pero si me pongo a pensar en ello, me angustio por no ir mas a menudo. Las Navidades pasadas, mi hermano perdió a su mujer tras catorce años luchando contra el cáncer. Tiene un hijo de quince años que estaba muy ilusionado por entrar en el Instituto donde estudiamos mis hermanos y yo, pero no ha podido ser. Sea por la razón que sea, ha suspendido bastantes y le han recomendado repetir. Me pongo en el lugar de mi hermano, o lo intento y me angustio. Mi gata me tiene dominada porque sabe que si insiste lo suficiente consigue lo que quiere y yo, soy débil y si no le doy lo que pide, me angustio pensando que tal vez está sufriendo sin necesidad.
Son muchas las cosas que me angustian, la mayoría parecerán tonterías, pero a mi me abruman. Tal vez eludo la cuestión, o solo pongo excusas, pero sé que si le doy muchas vueltas a esta maraña acabaré colapsada, tumbada en la cama, llorando o cavilando la mejor forma de acabar con todo y es algo que no me quiero permitir, no cuando trato de convencer a otros de que no es esa la salida.
Que le pasa al mundo, que le pasa a la gente? Como va a terminar esto? La verdad, me produce muchísima tristeza ver los bosques devastados, la gente revolviendo en la basura o pidiendo que no les quiten su casa, pero me siento impotente y eso, si, eso me angustia.
Yo ayer estaba contenta compartiendo con miles de compatriotas ese triunfo deportivo, pero hoy, han conseguido que me sienta culpable, culpable de estar alegre, culpable de no hacer suficiente. Es mi culpa?
miércoles, 30 de mayo de 2012
lunes, 28 de mayo de 2012
Será mejor que lo deje hasta que lo recuerde o se me ocurra algo interesante.
sábado, 26 de mayo de 2012
Es una pena que la Universidad Popular esté amenazada con desaparecer a causa de la "crisis". Mas que crisis yo creo que es una penosa administración del dinero y recursos de nuestro país. No sé en otros pueblos, pero aquí es la única oferta cultural que ofrece el ayuntamiento. Cursos de pintura, cerámica, fotografía, restauración de muebles, tapices, bolillos, yoga, baile de salón.. no sólo de manualidades, también hay cursos formativos y de ayuda. No es que digan se acabó y au! Es que están poniendo obstáculos y pegas. Si eres de Sagunto o Puerto, ven a la Escuela de Adultos, cuatro horas a la semana que estarás entretenido y aprenderás a hacer cosas por ti mismo, conocerás gente y alimentarás tu espíritu!!! No es solo para amas de casa aburridas o personas mayores con depresión. Aprenderás lo que tú quieras, satisface tu curiosidad.
lunes, 21 de mayo de 2012
viernes, 18 de mayo de 2012
Ya he empezado a jugar al Diablo 3 y debo decir que jugar con Jorge, como siempre (o al menos como últimamente) le quita mucha gracia al juego. no sé por qué se empeña en matarlo todo, romperlo todo... menos mal que no lo recoge todo, aunque creo que es porque no puede.
Mucha gente jugando al D3, aunque yo solo veo 3 ó 4 a la vez conectados al juego. Creo que voy a jugar un rato al WoW para acallar la mala conciencia.
Bueno, y este dibujo que veis es parte de lo que tengo en mente para la cabecera del blog. Si, ya se que para semejante m***da me está costando bastante, pero es que soy lenta, vaga e insegura.
viernes, 11 de mayo de 2012
martes, 8 de mayo de 2012
lunes, 7 de mayo de 2012
viernes, 4 de mayo de 2012
sábado, 28 de enero de 2012
viernes, 27 de enero de 2012
Ayesha D'Alcione
jueves, 26 de enero de 2012
Noches de Valencia de Alban Verlack
Un rayo de inquietud taladró los plácidos pensamientos del Ser en sopor. Imágenes, turbias pero claras al fin... Un cúmulo de imágenes sin pensamientos, seguidos de pensamientos sin palabras y luego palabras sin imágenes para volver a comenzar el ciclo de nuevo: imágenes sin pensamientos, seguidos de pensamientos sin palabras... El Ser era viejo. Mucho más viejo que las ruinas que lo cobijaban, mucho más viejo que la raza que las construyó, mucho más viejo que la mayor parte de los que dominaban en las sombras las acciones de aquella raza. Era milenario, como la roca. Y como la roca, presenciaba todo cuanto sucedía a su alrededor sin ser advertido. Era La Presencia. La voz en La Cabeza. Era El Ser. Su nombre carecía de importancia... había utilizado tantos. Incluso su sexo era un instrumento igualmente variable, y ahora vestía el cuerpo de una mujer, aunque apenas ya lo utilizaba.
Y aquel rayo de inquietud le había perturbado indeciblemente... . Las palabras que se formaban en su cerebro eran inconfundibles. "... América... Menele... Anarquistas... Amaranto... Guardián..." Así pues, el viejo juego había vuelto a comenzar. Con un gruñido de incontenible furia, el Ser se agitó en el sarcófago.
Como respuesta a los deseos del Ser, un aterrador aullido resonó en los oídos de los habitantes cercanos a La Albufera, despertándolos de su sueño.
El Lobo había vuelto. La Caza había comenzado una vez más.
Pat aguardaba paciente a las maletas mientras lanzaba constantes e inquisitivas miradas en todas direcciones. Era extraño, pero no lograba descubrir presencia sobrenatural alguna en aquel diminuto aeropuerto. Sus dos colegas, John "Músculos" y "Chino" Jarret se habían dirigido al exterior del aeropuerto tras superar el control policial con aquellos pasaportes, más falsos que un billete de 73 dólares... . Ya debían de tener un taxi esperando, eso si en aquel país sabían lo que era un taxi, claro. Él, por aquello de que tenía un mayor don de gentes, era siempre el encargado de recoger las maletas: en casi todas las ocasiones, era aquel el momento escogido por la población vampírica del lugar para indagar acerca de los recién llegados, así como para dar a conocer las normas a seguir en la ciudad en cuestión... pero allí no aparecía nadie. ¿Sería posible que nadie controlase aquel irrisorio aeropuerto?. Si así era, desde luego que aquellos vampis europeos eran todavía más lentos de reflejos de lo que Pat había creído... Después de todo, la cacería no empezaba nada mal.
Finalmente aparecieron las dos maletas. No viajaban con mucho equipaje para evitar problemas con los controles... preferían comprar todo lo necesario en el lugar de origen. Al fin y al cabo, armamento podía encontrarse en todas partes; al ser humano siempre le ha gustado matarse de la mejor forma posible. En aquellas dos maletas apenas había algo de ropa, un equipo de alpinismo bastante completo, cinco antorchas de madera de acción inmediata, una mochila con diez estacas de madera de ébano endurecida y una bolsa de aseo (a Pat le gustaba ducharse con su gel favorito... el cual dudaba poder encontrar en aquel país tercermundista). Pensaban conseguir algunas espadas de buena calidad robando un comercio durante la noche, bien entrada la madrugada. Al fin y al cabo, aquello era España, y a todos los Antiguos americanos se les llenaba la boca constantemente al hablar de sus espadas de acero español; toledano, según decían... . Pat admitía que no tenía idea alguna de dónde podrían encontrar espadas, pero imaginaba que, en aquel país, las fraguas seguirían funcionando y podrían asaltar sin mayores dificultades una herrería (o como se llamase el sitio donde hacían las putas espadas). En cuanto a las armas de fuego... era un tema más espinoso. Hacer amistad con el tipo, o tipos, encargados del mercado negro en el poco periodo de tiempo que pensaban pasar allí sería difícil. Armerías... tras su propia experiencia en México, Pat dudaba de encontrarlas con la misma facilidad con que lo podía hacer en América. Pero tenían la solución: asesinarían a algunos soldados. O policías, o lo que hubiese en Valencia con jodidas armas a la cintura...
Cuando salió de la terminal, comenzó a descubrir que no todo era como él había esperado. Para empezar, y aunque tampoco era del todo extraordinario, sus dos compañeros le aguardaban haciendo cola para tomar un taxi... no es que hubiesen tenido que buscarlo, es que el puto aeropuerto estaba plagado de ellos, bien ordenaditos a la espera de su cliente. Después de todo, se dijo Pat, también en México D.C. hay taxis en el aeropuerto, y aquello no debería ser tan diferente a la capital mexicana.
Tanto Pat como "Músculos" y "Chino", habían acumulado toda su información de España a través de los diferentes episodios de teleseries americanas. Sobre todo de aquellos viejos episodios del "Equipo A". Últimamente, empero, aquel país empezaba a estar de moda en los EUA, gracias a las películas de ese tal Almodóvar y Banderas, "Chino" seguía manteniendo la teoría de que Banderas era mexicano. Aunque "Chino", todo sea dicho, había descubierto que España estaba en Europa hacía tan sólo dos semanas, cuando Pat decidió que Valencia sería el próximo destino del grupo. De todas todas, lo que Pat y sus colegas esperaban era muy diferente a lo que se encontraron: cuando el taxista llegó a la ciudad, descubrieron que Valencia era una ciudad civilizada, no muy diferente a cualquier ciudad del medio este americano. Las calles estaban asfaltadas, los transeúntes (muy numerosos, pese a estar avanzada la noche) no eran ni tan morenos, ni tan bajos como imaginaban, además de que vestían con coloridas y modernas ropas. Casi nadie llevaba bigote... ¡y no había animales sueltos por las calles!. Además, aquello bullía... ¡Parecía el jodido 4 de Julio, con todos aquellos fuegos artificiales, y los explosivos! Aunque nunca habían visto un 4 de Julio tan ruidoso como aquel, ya que los explosivos (al parecer, llamados "petardos") eran estruendosos como un disparo y no los juguetes con que se divertían en América... Pat anotó mentalmente que debía llevarse un montón de aquellos "petardos" cuando volviese a casa, después de beneficiarse al antiguo por el que habían hecho tan largo viaje; sin duda, causaría sensación en Los Ángeles con aquellas pequeñas bombas.
Entonces vieron "El Monumento". Una escultura gigantesca repleta de maniquíes exquisitamente pintados se recortaba a lo lejos, entre el tumulto. Pidió al taxista que se desviase en aquella dirección, pero el muy lerdo no hablaba inglés (Pat había advertido a los muchachos que allí la gente sólo se hablaba en puto mexicano, pero los capullos no le habían creído). Pudieron comprender, en parte gracias a que el tipo era muy expresivo y en parte a que Pat hablaba algo de mexicano, que no podía llegar al monumento en coche, que deberían caminar. Como aquel era un sitio tan bueno como otro cualquiera, decidieron apearse, pagándole con alguno de los gordos billetes españoles que habían conseguido, no sin algunos esfuerzos, en el mercado negro de L.A. Cuando el taxi se alejó, Pat decidió que la fiesta había acabado. Había que comenzar a trabajar si querían lograr sus objetivos en el tiempo de un suspiro.
- Bien, "Músculos". Para empezar, tú te haces cargo de las maletas.
- Joder... otra vez yo. A ver si dejáis de aprovecharos de que soy un hombre, y no un par de mariconas como vosotras dos...
- "Músculos"... -Pat dejó que su presencia se extendiese levemente. Un par de transeúntes orientales, con unas cámaras de vídeo de exiguo tamaño, cruzaron la calle para evitarlos. Dejó igualmente que sus colmillos asomasen y que sus pupilas tomaran aquel tono rojizo que tan nervioso ponía a "Músculos". Pat sabía que no era rival para su colega Brujah en una lucha encarnizada cuerpo a cuerpo, pero también sabía que "Músculos" le tenía verdadero pánico debido a su superior inteligencia. Nunca se atrevería a atacarle mientras supiese que no le tenía miedo. Alzó la voz-, acabamos de llegar y ¡ya me estás inflando las putas pelotas...! . Otra jilipollez, ¡joder!, otra estúpida queja y te rompo el pescuezo y me doy un aperitivo contigo...
- Bueno, Pat -farfulló el Brujah- no te alteres, joder...
- ¿Me has entendido? ¿o es que no entiendes el puto Inglés?
- Te entiendo, tío. No hay problema. Yo y las maletas seremos el puto ente único...
- Bien. Tú, "Chino", te encargas de encontrar una pensión. Dentro de tres horas nos encontramos aquí mismo.
- Entendido, tío. Pero... ¿dónde coño es aquí mismo?
Pat dejó escapar aire sonoramente. Evidentemente, no necesitaba respirar para nada; pero era útil a la hora de mostrar malestar, enfado, o falta de paciencia... . Método Stanisnlavksy y todo eso...
- A ver, "Chino", ¿qué cojones pone en aquella placa que hay clavada en esa pared? "Chino" entrecerró los ojos. No se atrevía a extender sus sentidos en medio de aquel estruendo de petardos. Se acercó a la pared y, finalmente, pudo leer.
- "Carrer Archiduque Carlos"... o sea, calle... ¿no?
- Eso es, maldito fumanchú. Además, no creo que puedas perderte habiendo aquí semejante monumento de colores...
- ¿Y si hay más?
- ¿Pero tú dónde crees que estamos? ¿en la jodida Nueva Orleans?. ¡A ver si os entra en la cabeza que esto es España! ¡Prácticamente México, pero en pequeño! ¿Y tú viste muchos "Monumentos" de estos en México? -"Chino" negó rápidamente con la cabeza. No le gustaba cabrear al jefe- ¿Y tú, "Músculos"?
- Ni uno, tío...
- ¡Pues venga, joder, que es para ayer!. "Músculos", tú acompaña al "Chino". Cuando tengáis las maletas en la habitación, podréis salir a pasear por ahí. ¡a ver si lográis comer algo sin que os diga cómo hacerlo!. Pero en tres horas, os quiero aquí mismo.
- ¿Y tú, jefe? -preguntó "Chino" sin mucha convicción. Pat observó al "Monumento" con expresión ceñuda.
- Voy a ver si averiguo el porqué de todo este jolgorio... . Y a ver si encuentro a algún chupasangres por ahí que me pueda poner al corriente del rollo político de esta ciudad. Ya sabéis, Sabbat o Camarilla. De paso, veré si puedo descubrir algo acerca del Guardián de la Catedral -se volvió hacia sus compañeros-. Vosotros, entretanto, intentad no cruzaros con ninguna sanguijuela. No conocemos a nadie en este lugar. No sabemos de qué puto pie cojean. No queremos problemas que no hayamos provocado nosotros... ¿está claro?
- Meridianamente claro, jefe -aseguró "Chino"
- Como un puto vaso de agua -corroboró "Músculos".
- Pues ya está. Pongamos en marcha, joder, que no tenemos toda la noche.
Con esta frase, Pat dio por terminada la conversación.
sábado, 14 de enero de 2012
CRONICAS DE KELMOR
CRONICAS DE KELMOR (2ª parte)
viernes, 13 de enero de 2012
MUTANTEZ
Mi primer recuerdo es abrir los ojos en una habitación en casa de mis padres a la edad de 15 años. Me sentí totalmente desorientada. La decoración era bastante impersonal, de tonos neutros, más funcional que decorativa. La única nota de color era un póster de una réplica de “El Jardín de las Delicias” de Boticcelli, firmado “De tu otro Boticelli”
Mi padre era vigilante en un museo bastante miserable. Mi madre era bibliotecaria de una pequeña pero bien surtida biblioteca perteneciente a una especie de Centro Cultural que acogía una variopinta diversidad de agrupaciones de lo más extraña. El Club Esotérico de la Otra Realidad, Agrupación para la Ayuda a los Drogadictos Virtuales, Gabinete de Exploración Multipersonal, Club de Amigos de la Pintura Ritualista, Taller de Manualidades Alquímicas, Universidad Popular Paranormal y Esotérica …
Después de un periodo breve de desorientación, mi vida parecía volver a su cauce habitual. Las típicas travesuras de adolescente (y otras no tan típicas), las broncas, los ligues …
Me gustaba explorar los sótanos del museo. No es que estuviera permitido, de hecho, podría llevarme una buena paliza si mi padre se enteraba. Encontraba mucho más interesantes y atractivos los objetos guardados en polvorientas cajas que los expuestos en las salas de arriba. Realizaba mis propias investigaciones, leía los informes de cada pieza y luego iba a la biblioteca a leer un poco más sobre el tema relacionado con el objeto. Me apunté a varias clases de la universidad popular, pintura, manualidades, fotografía. Era bastante mala en pintura, el arte no era lo mío como artista, claro. En aquellas clases conocí a un genio en el arte de copiar cuadros.
Una de mis excursiones al sótano del museo me proporcionó un fantástico descubrimiento. Un cuadro sin catalogar tamaño de dos folios juntos. Se desconocía el artista y no lograban situarlo en una época determinada. Era bastante macabro y gore. No pude resistir la tentación y me lo llevé a casa. Cuando mi padre lo descubrió me dio tal paliza que estuve una semana sin ir a clase. Pero aquello solo consiguió reforzar mi determinación por conseguir el cuadro.
Junto con otros amigos había alquilado un viejo taller de coches, bastante espacioso e iluminado. Allí nos reuníamos y manteníamos ocultos todos aquellos objetos que no queríamos que nuestros padres descubrieran. Yo tenía algunos viejos libros de demonología y esoterismo y algunos de arte que había sacado de la biblioteca y había olvidado registrar.
David Lunch tenía allí sus trastos de pintar. No es que no quisiera que sus padres los vieran, pero su madre estaba continuamente quejándose del olor de los óleos y la trementina.
Isabel Harper tenía su huerto de plantitas ilegales y una especie de laboratorio alquímico.
Paul Andersen siempre estaba en el foso, bajo las cuatro ruedas de su inservible coche.
Peter Potter era un realquilado nuestro que contribuía con la mayor parte del alquiler y gastos del local a cambio de un lugar donde trabajar. Hacía fotos porno. Tenía una estupenda cama redonda, enorme y muy útil. Creo que todas las chicas que traían los tíos posaban para él, incluidas Isabel y yo misma. Era un cabrón guapísimo y muy convincente.
Cuando me recuperé volví al museo y saqué de nuevo el cuadro. Se lo llevé a David y le pedí que me hiciera una copia. Estuvimos discutiendo bastante rato. David era muy perfeccionista e insistía que para que la copia fuera buena de verdad tendríamos que usar los mismos materiales de cuando fue pintado el original y estudiar la técnica del artista.
-Ja! Pues vas a tener que aguantarte. No se sabe quién es el artista ni en qué año fue pintado –respondí triunfante. Pero David no se rendía fácilmente. Al final hizo una investigación bastante más meticulosa que la del museo y aunque nunca supimos el nombre del autor afinó bastante el periodo en el que fue pintado, la corriente a la que pertenecía y la nacionalidad más probable del pintor.
El laboratorio de Isabel fue de inestimable ayuda y como siempre David realizó un trabajo tan impecable que era difícil distinguir ambos cuadros.
-Es una pena que tu obra no vaya a salir de su caja nunca –le dije mirando ambos cuadros.
- Qué quieres decir?
- Que el original me lo quedo yo.
- Estás loca, como te pillen te espera algo más que una paliza.
Hablando de palizas, recibí bastantes, por cualquier motivo que se lo ocurriera a mi padre y cada vez eran peores. Pasé bastante tiempo convaleciente y llegó el momento en que temí por mi integridad, así que decidí poner remedio. Recurrí a la maravillosa oferta de cursillos del Centro Cultural y me apunté a unas clases de defensa personal. Al principio no conseguí devolverle ni un solo golpe a mi padre, aunque fue más bien por prudencia, pero logré, disimuladamente, evitar los peores golpes, hasta el día en que me sentí con la suficiente seguridad y capacidad para tumbarlo y asegurarle que si me ponía una vez más la mano o lo que fuera encima lo mataría. No hubo necesidad de explicárselo dos veces.
Un día, Paul apareció con un amigo, Bill Monroe. Congeniamos enseguida. Inocentemente le enseñé mi cuadro y alardeando de habilidades ajenas, amigos y contactos le hablé del talento de David. Bill insistió en acompañarme durante alguna de mis visitas no programadas al museo y así fue como comenzamos una lucrativa sociedad dedicada al delito. Hasta el día en que apareció Malcom.
Malcom era el detective de una agencia aseguradora de objetos de arte. Guapo, inteligente, culto, educado, fuerte, todo lo que una chica desea en un hombre, e incluso un oscuro pasado con secreto incluido. Sabía muchísimo sobre arte y sobre seguridad, mucho más que yo, que a mis 22 años me consideraba una experta.
Nos conocimos de una forma curiosa. Yo hacía un trabajo y él me pilló. Aún no entiendo por qué no me delató. Devolvió la obra robada y se casó conmigo (si, si, así de extraño como suena resultó de lo más natural). A Billy no le sentó nada bien. Nos fuimos a vivir a Nueva York y cuando murió, me volví a Londres. Aquella época fue tan anodina como no debió ser, a penas recuerdo algo. Murió en un accidente de coche.
Soy terca y me gusta aparentar que soy una cabecita hueca. No hay mejor forma de conseguir que haga algo que prohibírmelo o ponerme impedimentos. La edad me ha dado un poco de sensatez, o eso quiero creer, y Malcom me enseñó a contar hasta cien antes de actuar. Me angustia no recordar parte de mi pasado. No suelo comentar con nadie mi capacidad psicométrica. Por lo que sé lo tengo desde que nací.
A veces, veo una cara, un paisaje, un objeto y me recorre un escalofrío. Puede que tengan que ver con mi pasado olvidado, o simplemente … no sé.
El cuadro aún lo conservo. Malcom lo odiaba e intentó convencerme de que lo devolviera o me deshiciera de él, pero no pude. Lo siento mío y es un sentimiento muy fuerte.
El cuadro representa una batalla, el Cielo contra el Infierno, sólo que hay ángeles que no parecen muy angélicos. Siempre me hizo sentir que el Bien y el Mal, el Cielo y el Infierno no estaban claramente definidos. El paisaje es urbano, una ciudad con edificios altísimos como rascacielos brillantes de metal y vidrio y detrás, al fondo, un laberinto de muros negros con siete puertas. El campo de batalla está cubierto de cadáveres, miembros, sangre y vísceras. Es bastante macabro, lo sé, pero me provoca una fascinación enorme. He pasado muchas horas sentada frente a él, mirando, buscando una respuesta a no sé que pregunta, tal vez a mi pasado.
Hechizo de Verano
El verano hacía cantar las chicharras y en lo mas umbrío del bosque había un pequeño estanque iluminado por un rayo de sol que atravesaba las copas apretadas de los árboles. Era como un espejo enmarcado en el musgo de las rocas que lo rodeaban. Solo una pequeña playa de arena oscura se adentraba en sus aguas oscureciendo el fondo.
En las horas de mas calor Lucienne escapaba hasta allí dejando a su maestro sestear después de la comida.
El agua estaba deliciosamente fresca. Se sentía segura en aquel lugar, alejado de cualquier camino, senda o trocha.
Aquella tarde se encaminó entre ensoñaciones a su rincón privado, su paraíso particular. Iba por el camino cantando una cancioncilla inventada, unas palabras que expresaban sus anhelos, anhelos de amor y pasión. Los sonidos del bosque ponían el contrapunto a esta música, la música de su alma en aquella tarde de verano.
Las palabras y los deseos fueron tejiendo una red de hechizos a su alrededor. El bosque oía su necesidad y se apresuraba a complacer aquel deseo que lo estaba perturbando también.
Lejos de aquel umbroso frenesí, un joven noble, desafiando todo consejo y prudencia, desafiando el calor, salió a cabalgar, tal vez a cazar. Su corazón estaba inflamado, encendido de ira y deseo. Deseo por unos ojos crueles que lo tenían hechizado, ira por la traición de un amigo que había hecho suyos esos ojos y a su dueña.
Imogen y Alaric. Alaric e Imogen.
Azuzó a su caballo y se lanzó en una loca carrera cruzando prados, saltando vallas, alejándose de su juvenil orgullo herido.
Una inusitada urgencia le hizo llegar corriendo, pero ni siquiera la carrera robó aliento a las palabras que, naciendo en su corazón y rozando su alma, salían por sus labios.
Qué sabía ella sobre el amor y el deseo? Nada, nada en absoluto. Conocía el sexo en tanto como teoría, sus estudios le habían enseñado la mecánica de la reproducción y las partes implicadas en ella. Conocía la teoría, pero, qué sabía del amor? Su maestro en toda su sabiduría se negaba a explicárselo, aduciendo que solo la experiencia lleva al reconocimiento.
Llegó al estanque con las mejillas encendidas, los ojos brillantes y la boca seca. Por el camino habían ido cayendo una tras otra las cadenas que sujetaban su cuerpo. Desnuda llegaba a aquel lugar mágico para su ignorancia.
Imogen y Alaric. Alaric e Imogen.
El caballo trastabilló y lo sacó de la rueda de pensamientos, ira y deseo, deseo e ira. Imogen y Alaric. Alaric e Imogen. Disminuyó el galope y se encaminó a las acogedoras sombras del bosque, a su atrayente frescura.
Si no recordaba mal, más adelante, casi en el corazón del bosque había un estanque. Sonrió. El estanque de las náyades. Recordaba, cuando niño, las veces que se había internado en el bosque contraviniendo las órdenes de su padre para permanecer durante horas agazapado cerca del estanque esperando ver a una de las náyades que, se decía, lo habitaban. Aquellos espíritus acuáticos femeninos, de cuerpos desnudos eran reclamo suficiente para afrontar los castigos prometidos por desobedecer. Alaric y él pasaban horas muertas esperando, mirando las luces y brillos en la superficie espejeante. Pero nunca habían visto ningún espíritu, ningún ser fantástico.
Se internó en el bosque, llevando a su caballo de la brida, canturreando inconsciente una cancioncilla que había escuchado a un leñador y que decían que servía para atraer a las náyades que, además de ser famosas por su belleza , lo eran también por el hechizo de su voz.
Secretos Oscuros, Trapos Sucios, Esqueletos en el Armario
Recuerdos de días mas felices o al menos menos complicados acuden a su mente. Candice, Susan, Edward, Charlie y Mr. Dutch. Esos días en el Instituto Burroughs ...
Valhalla es una palabra que trae malos recuerdos. Fue el principio del fin.
Sky deja que Max conduzca. Mientras se dirigen a las afueras lo mira de reojo recordando las palabras de Arkham: "Si yo fuera tu, empezaría a vigilar a mis compañeros." "Nunca me cogeréis porque soy uno de los vuestros."
-"No, no puede ser Max, no ..."
Sin embargo, no puede dejar de pensar en ello. Trata de pasar revista a todos sus compañeros. Alguno de ellos será un traidor?
Se lleva la mano a la frente en un gesto de cansancio y al cerrar los ojos, de la oscuridad tras los párpados surgen las imágenes de pesadilla. Unos leves temblores sacuden su cuerpo y trata de contenerlos abrazándose fuertemente, acurrucada en el asiento del copiloto. Se siente impotente. Poca ayudá podrá ofrecerle a Max. Sus palabras han sido solo una bravata. Vuelve el rostro hacia la ventanilla. Tras el cristal sopla la tormenta y las gotas de lluvia en su reflejo camuflan las lágrimas en su rostro.
-"Por favor, necesito mis poderes. Tengo que ayudar a Max" -musita a su vacío interior y a la grisácea luz del exterior.
En un rincón de su mente una voz burlona se ríe de ella: "Pero qué demonios te ha dado ese tío para que quieras arriesgarte por él? Crees que le importas? Vamos, estúpida, va a su bola y te vas a arriesgar por nada. Crees que te lo va a agradecer?"
Lentamente, con precaución, tímidamente intenta poner a prueba sus poderes, tratando de llegar a la mente del hombre que conduce a su lado.
Lo que hago por ... amor?
-"Joder, Max, me agradecerás esto?" Con un suspiro se dio ánimos para entrar al edificio.
Sky, los superhéroes también lloran
La noche fue un continuo trajín desde la enfermería al resto de las habitaciones. La casa, ya de por si tranquila, estaba terriblemente silenciosa.
-"Se han ido todos. Me pregunto para qué necesitan ir todos juntos. Arkham tiene razón, somos unos tristes." Cierra fuertemente los ojos pero no puede contener las lágrimas-. "Qué es lo que me ha hecho?"
Un estremecimiento recorre su cuerpo al recordar las escenas que invadieron su mente cuando tocó a aquel niño. Los estremecimientos se convierten en temblores, los temblores en convulsiones.
-"Dios, tiene que parar! Tiene que parar"
SANTIAGO (DE COMPOSTELA) NOCTURNO - CRISTINA SUEÑA
Al entrar en la habitación, las luces cambian y la escena se le presenta desde otro ángulo diferente, Ekain y el extraño parecen estar a punto de saltar unos sobre el otro y Martín se encuentra entre ambos con los brazos extendidos como mediador y muro de contención de la rabia de los dos poderosos vástagos.
Su entrada cambia la iluminación y desequilibra la balanza. Martín se vuelve hacia la puerta y sus ojos muestran sorpresa y miedo. Extiende hacia ella el brazo con el que parecía estar deteniendo al visitante y, como si aquella mano que no llegaba ni tan solo a rozarlo, hubiera estado conteniendo toda su furia y violencia, se abalanza sobre Ekain y de un feroz zarpazo le arranca la cabeza.
Desde la puerta observa horrorizada como la cabeza de Ekain sale volando hacia la chimenea y cae al fuego, mientras el cuerpo lentamente se desploma en el suelo. Martín, que parece moverse a cámara lenta, se vuelve hacia el visitante, pero es demasiado lento. La veloz criatura, ahora transformada en un torbellino de color verdoso en el que resplandecen dos ojos como las llamas del infierno, desgarra el cuerpo de Martín, esparciendo su sangre por la habitación.
Entonces la escena comienza a volverse irreal. Como espíritus atravesando las paredes aparecen Norma y Leo blandiendo espadas, pero el temible torbellino los atrapa y los lanza contra las paredes tiñendo la habitación de rojo.
Aparece Esteban atravesando uno de los ventanales y trata de enfrentarse a la niebla mortal que le envuelve, pero sus manos no logran asirla y unas terribles garras salen de la nada para rasgarlo como a una hoja de papel. El torbellino sigue girando y los ojos ... siente los ojos demoníacos clavados en ella. Se acerca lentamente mientras a su paso, la sangre se levanta y se une a la danzante niebla tiñéndola de rojo.
Desesperadamente intenta moverse pero está paralizada por el terror y una voluntad cruel y poderosa. Ahora está en el centro del huracán y junto con los ojos va tomando forma el cuerpo del visitante que sonríe perversamente mostrando unos enormes colmillos.
El maléfico ser se detiene a pocos centímetros de ella, levanta una de sus garras y de un tirón le arranca el fino camisón dejándola desnuda e indefensa sin poder apartar sus ojos de los pozos de llamas que brillan en el rostro del visitante.
La sangre que ha recogido el torbellino flota sobre su cabeza y a una señal del monstruo cae sobre ella, bañándola por completo. Ella abre la boca para gritar pero no consigue emitir ningún sonido y el visitante acercándose mas aún comienza a lamer la sangre que embadurna su cuerpo. Siente su lengua áspera y fría sobre su piel, deslizándose por su hombros hasta su pecho, bajando hacía su vientre. Cierra los ojos y unas ardientes lágrimas descienden por sus mejillas como única respuesta. Puede sentir la sangre como algo vivo y viscoso que rodea su cuerpo en un abrazo y se mueve reptante metiéndose por su boca y su nariz, ahogándola.
Se está ahogando, no puede respirar, no puede gritar, no puede moverse. Está muriendo y sobre la piel, bajo la oscuridad, su cuerpo arde con la sangre de sus amigos.
ALKALID, LA HISTORIA
Me llamo Alkalid . Mis padres formaban parte de una flotilla pirata. Siempre estaban viajando, así que cuando decidieron tener hijos mi madre se instaló en una megaurbanización para criarnos más tranquilamente. Mi madre es centroeuropea y mi padre es argelino. De todos los hijos que han tenido sólo yo he heredado los ojos y la piel de mi madre. Mis ojos grises y mi piel blanca me daban un aspecto descolorido entre mis hermanos. Mi padre solía llamarme en broma "nualdir"
Nualdir significa "fuego blanco". Es el nombre de una flor exótica, de color blanco, brilla como si tuviera un fuego interior. No sé por qué, pero es muy atractiva para aves pequeñas e insectos, también es muy venenosa.
Hace ya algún tiempo se puso de moda esta flor, que solo crece en el desierto. Se creó genéticamente una versión inocua, pero junto con el veneno, la flor perdió parte de su brillo y belleza. La variedad salvaje se llama nualdir, la variedad modificada se llama nualdib. La pronunciación es muy similar y sólo alguien que conozca el idioma podría hacer la distinción. Las sílabas -dir y -dib hacen referencia al fuego, pero -dib hace referencia a la luz y al brillo y -dir al calor y al ardor. Dicen que la muerte por envenenamiento con nualdir es como si un millón de soles ardieran en tu interior.
Tengo siete hermanos. Aleata que es la mayor, tiene 37 años y me adora, tal vez porque yo llevo el tipo de vida que a ella le hubiera gustado.
Armika, otra hermana, tiene 32 años, no le gusto. Está casada, tiene cuatro hijos (Gorca, Morca, Borca y Zorca). Piensa que la mía no es una buena vida para una mujer.
Astrid, otra hermana, tiene 30 años, dos críos (Alicia y Amán) el padre de Alicia murió antes de que naciera y el de Amán ni se sabe. Los tres viven con mis padres. No le gusto, supongo que me envidia por mi "libertad", aunque creo que aún está resentida por aquella vez cuando yo tenía 2 años y le quité el novio.
Areika tiene 27 años y me odia. Cuando éramos pequeñas explotó un artefacto en la zona donde solíamos jugar. Areika perdió una pierna y un ojo. El tecnomédico que la atendió hizo una verdadera chapuza. A mi no me pasó nada, y creo que me culpa de su desgracia.
Albian es uno de mis hermanos trillizos. No le gusto demasiado,pero no sé por qué.
Aldeir es el otro trillizo, nos llevamos muy bien.
Alina es la pequeña. Se lleva muy bien con Areika y por tanto me odia. Tiene 15 años.
La infancia fue una época estupenda. Aldeir, Albian y yo siempre íbamos juntos. A pesar de que teníamos la misma edad Albian se empeñaba en ser mi protector. Aldeir iba un poco mas a su aire, pero le encantaba implicarme en todas las travesuras que se le ocurrían, que no eran pocas. De todos los embrollos se encargaba de sacarme Albian. Cuando cumplimos 11 años, mi madre se volvió a trasladar al cayo donde fondeaba la flotilla, dispuesta a dar por terminada su faceta de fábrica de niños. evidentemente, la llegada de Alina no estaba planeada. la pobre, a pesar de ser la pequeña es la que menos atención materna ha recibido. prácticamente ha sido Areika la que la ha criado.
Albian, Aldeir y yo acabamos recibiendo entrenamiento de mercenario. En realidad, no estaba previsto que yo lo recibiera, pero, en vista que no me separaba de mis hermanos y que a pesar de todo Aldeir me enseñaba lo que él aprendía, decidieron admitirme en las "clases". Albian no estaba muy conforme. para él yo tenía que permanecer en el papel de damisela en apuros y ser protegida y rescatada por él. No veía con muy buenos ojos que su princesa enarbolara un arma con la misma facilidad que él.
Mis hermanos eran muy buenos, pero yo aprendí rápido. Aldeir estaba encantado, pero Albian se mostraba huraño ante mis progresos y en su afán por ser el mejor entorpecía el trabajo en equipo. Por eso, cuando terminamos nuestro aprendizaje decidimos separarnos. A los pocos meses, Aldeir y yo coincidimos en un grupo de mercenarios. Ibamos a divertirnos a la zona de combate con nuestros compañeros de trabajo, algunos conocían un lugar donde se preparaban peleas. En el sorteo nos tocó otro grupo de mercenarios y nos encontramos peleando contra Albian. Tratamos de evitar por todos los medios una confrontación directa con nuestro hermano, pero al final, solo quedamos los tres. Tratamos de hablar con él, llegar a un acuerdo, pero no quiso escucharnos. Le ofrecimos la victoria sin pelea y eso le puso mas furioso aún. Estuvo a punto de matarme, pero Aldeir se interpuso entre nosotros y resultó herido. Sólo quedábamos de pie Albian y Yo, deliberadamente le di la espalda, recogí a Aldeir y salí de la arena.
Aldeir estuvo a punto de morir, perdió una pierna y tuvo que estar retirado durante una larga, larga temporada hasta que se acostumbró a su ciberpierna. Sin embargo, no le guarda rencor a Albian. Pero yo le odio, le odio con toda mi alma por lo que nos hizo.
La hospitalización de Aldeir, la ciberpierna, los tecnomédicos y la posterior rehabilitación me costaron una fortuna y parte de otra. El trabajo de mercenario es bastante incierto y nosotros no habíamos ahorrado mucho, por lo que no podíamos sobrevivir con lo que teníamos. Además, no quería separarme de Aldeir por mucho tiempo, así que, sin que Aldeir se enterara me uní a un grupo de gladiadores y comencé a ganarme la vida en la "arena".
La Arena es una mezcla de deporte y espectáculo, aunque bastante peligroso. Tienes que ser muy bueno para sobrevivir y estar muy desesperado para entrar voluntariamente. Muchos gladiadores son desgraciados endeudados hasta las cejas. Los juegos están subvencionados por una o varias corporaciones. Se realizan fuertes apuestas, es un negocio que mueve grandes cantidades de dinero. Las peleas son bastante reales, pero también son espectáculo, por eso la mayoría están amañadas y arregladas a lo que el público quiere ver. Si eres bueno y el público te quiere, puede que te libres durante una temporada de heridas graves e incluso de la muerte. Pero cuando tu estrella empieza a caer, estás acabado.
Yo estuve arriba una buena temporada. Mis agallas implantadas le dieron una nueva idea al organizador y decidió presentar un nuevo tipo de diversión, pelearía con cibertiburones en un tanque enorme lleno de agua con las paredes transparentes. Me hizo tatuar casi todo el cuerpo con un holotatuaje imitando escamas iridiscentes. Tuve mucho éxito. Incluso recibí propuestas de matrimonio. Mi nuevo papel de protagonista en el espectáculo me hizo adoptar una nueva actitud. Pronto me gané los calificativos de "arrogante, orgullosa y fría". Eran un disfraz, pero acabaron formando parte de mi como una tercera piel.
JUSTINE BROOKS
Me llamo Justine Brooks. Nací en la ciudad de Nueva York en el año 1897. Mi padre era un conocido empresario y miembro de la alta sociedad neoyorkina. A mi madre no la conocí. Quizá por esa razón mi padre me lo consintió todo. Estudié en los mejores colegios del mundo y cuando terminé mis estudios ocupé el lugar de mi madre junto a mi padre. Me convertí en la anfitriona perfecta, en su insustituible secretaria. Yo cuidaba de él y me divertía hacerlo. Viajábamos bastante a menudo. Me encargaba de los preparativos y de que todo estuviera siempre dispuesto.
Adoraba a mi padre, si bien nunca permití que ese amor obstaculizara mi camino hacia las cosas que deseaba.
Aprendí algo de mi padre, en los negocios y en la política, todo vale, como en el amor y en la guerra.
Mi padre estaba orgulloso de mi y le gustaba mostrar a sus amigos lo inteligente y guapa que era su hijita.
Casi siempre estaba rodeada por hombres mayores que yo y pronto me di cuenta de la fascinación que provocaba en ellos y aprendí la mejor forma de utilizar mis encantos para beneficio propio. Siempre conseguía lo que quería, con zalamerías, ruegos o amenazas, siempre me salía con la mía. Atraía a los hombres y despertaba en las mujeres cierto instinto maternal que yo alentaba mostrando mi lado dramático como huerfanita.
Nunca nadie se me resistió. En las fiestas era el centro de atención. Me encantaba que todos se fijaran en mi. Mi ansia de diversión me llevó a probarlo todo, alcohol, drogas, sexo, pero siempre manteniendo cierto control. Odio perder el control.
Fueron unos años estupendos.
En la fiesta de mi vigésimo tercer cumpleaños conocí a un hombre muy interesante. Casi me doblaba la edad y mi padre no veía con buenos ojos aquella relación, pero para entonces yo ya estaba acostumbrada a salirme con la mía. Cada vez que discutíamos sobre el tema yo amenazaba con marcharme de casa y entonces mi padre cedía.
Jacob Teufel era un hombre sumamente atractivo. Alto, cabello oscuro, ojos negros, una perilla pulcramente recortada. Tenía unos modales exquisitos y un suave acento que lo hacía mas interesante aún. Cuando nos presentaron creí que era una broma, Teufel en alemán significa "demonio", y me dejó muy intrigada. Utilicé todas mis argucias para seducirle y aquello pareció divertirle y me siguió el juego. Le divertía verme manejar a mi antojo a los que me rodeaban, ya fueran jóvenes o viejo, hombres o mujeres. Me enseñó algunos trucos, a descubrir las debilidades y secretos de los demás y a utilizarlos luego para conseguir lo que quería sin perder su confianza en mi.
En mis recuerdos guardo memoria de dos ocasiones importantes en mi vida.
La primera fue aquella en la que decidí poner en práctica todas sus enseñanzas, aliñadas con mis encantos, para seducirlo. Al principio me siguió el juego, pero en el momento decisivo su expresión cambió.
- Qué pretendes de mi, niña? No me tomes por uno de esos mequetrefes a los que puedes manejar a tu antojo. Recuerda que todo eso te lo he enseñado yo.
- Pero, Jacob, no sé de que me hablas. Pretendía que pasáramos una noche muy agradable.
Me miró fijamente y yo puse mi expresión mas inocente. De repente, soltó una carcajada.
- Eres buena, muy buena, pero conmigo no te valdrá. Qué es lo que quieres?
Entonces, no sé por qué, dejé de actuar. Sus ojos negros me miraban fijamente, y yo me sentí, por primera vez en mi vida, indefensa.
- Quiero poder -me sorprendí a mi misma, pero después de unos instantes de meditarlo me di cuenta que eso era lo que realmente quería. Toda mi vida estaba basada en el poder, la dominación que ejercía sobre los demás, y quería mas, mucho mas-. Pero también quiero divertirme, probar cosas nuevas. Odio aburrirme.
- Y yo? Ya te aburro? -preguntó.
- Oh, no! -me apresuré a contestar. Y tras pensarlo unos instantes añadí-, todavía no.
Soltó una carcajada y me miró divertido. Lo rodeé con mis brazos y me apreté fuertemente a él.
- No me dejes, por favor.
Suavemente, me apartó de él, tomó mi rostro entre sus manos y mirándome fijamente susurró:
- Eres tan joven ... -se apartó de mi y añadió-, y no sabes nada sobre mi.
- Sé todo o que necesito saber, lo demás lo aprenderé -contesté con vehemencia.
Se volvió hacia mi, me miró dubitativo durante unos instantes y por fin añadió:
- Si, tal vez, podría ser.
Aquella noche fue la primera de mi nueva vida.
Unos años después, durante la Gran Depresión, mi padre perdió en poco tiempo su gran fortuna y acabó como la mayoría de los que se arruinaron en aquellos días. Se suicidó. En una carta que me dejó decía que a pesar de su reticencia sobre mis relaciones con el señor Teufel, estaba seguro que él cuidaría de mi. Ya nada me unía a Sol, estaba sola. Bueno, sola no, tenía a Jacob y mientras estuve con él, la vida fue maravillosa.
La otra noche que guardo en mi memoria fue aquella en que lo perdí. Ocurrió durante una disputa por el principado de la ciudad. Nos vimos sorprendidos por un grupo de Vástagos de una de las facciones. De nada servía que fuéramos extranjeros o que quisiéramos mantenernos neutrales. No había facción neutra. Logramos huir de ellos y sacarles algo de ventaja y Jacob aprovechó para ponerme a salvo.
- Si algo me ocurriera, vuelve a Nueva York. Busca a mis amigos, ellos te ayudarán -me empujó dentro de un oscuro agujero y luego lo cubrió-. No hagas ningún ruido y no salgas. Si no vuelvo esta noche espera hasta pasado mañana y lárgate.
Esa fui la última vez que le vi. Permanecí en aquel agujero dos noches, negándome a aceptar lo evidente. Quería creer que en cualquier momento regresaría a por mi. No recuerdo dónde estaba el escondrijo, pero estaba lleno de arañas que corrían por todo mi cuerpo. Apenas me atrevía a moverme. Aún hoy. algunas veces sufre pesadillas y me despierto con la sensación de sus diminutas patitas corriendo sobre mi piel.
Cuando llegué a Nueva York, me puse en contacto con algunas personas que le debían favores a Jacob y me enteré que, tiempo atrás, lo había dejado todo arreglado para que, en el caso de que algo le ocurriera, no me faltara de nada.
A pesar de ser bastante sociable, estaba acostumbrada a tener alguien conmigo, no me acostumbraba a vivir sola. Decidí que, puesto que los animales de compañía me estaban vedados, tendría otro tipo de compañía. Empecé a dejarme ver con mis "mascotas", mortales a los que tenía completamente subyugados. No era lo mismo que tener a Jacob, pero me hacían compañía y me divertían. Les tomaba cariño de verdad.
Mi actual mascota se llama Elisabeth, trabaja en la Bolsa. Recientemente he descubierto que somos parientes por parte de mi madre. Yo la llamo Libby. Somos buenas amigas. Desde la desaparición de Jacob no había sentido un cariño así por nadie. Confía ciegamente en mi y yo ... bueno, yo no me atrevo a confiar demasiado en nadie. Nos divertimos juntas y si no fuera porque conozco sus gustos diría que está enamorada de mi. Se preocupa por mi. Siempre está presentándome chicos guapísimos. Con Libby no he utilizado ningún poder para dominarla o subyugarla, me quiere por voluntad propia y eso es mucho mas agradable.
He procurado mantener los contactos y amistades de Jacob. Al principio no me tomaban demasiado en serio, pero pronto me gané su respeto y dejé de ser "la niña de Teufel". Los Vástagos no son tan fáciles de manipular como los mortales, pero me defiendo bastante bien entre ellos.