Está en todas partes, Corea del Sur toma medidas para "evitar"(?) el acoso. Los estudiantes con antecedentes de acoso no podrán entrar a las Universidad (esto es resumir mucho, hay matices, pero básicamente es de lo que quiere alardear el gobierno coreano.
1. El acoso no nace de un “monstruo suelto”: es un síntoma del entorno.
Reducir el acoso a “un chico malo” o “una chica cruel” es simplificar hasta la estupidez.
La mayoría de conductas de acoso aparecen en contextos donde ya existe:
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violencia normalizada en casa,
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familias que no saben poner límites,
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escuelas saturadas donde la humillación se convierte en moneda social,
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jerarquías de grupo que recompensan la crueldad,
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presión académica que genera frustración y la vuelca hacia abajo,
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espectadores silenciosos porque nadie les garantiza protección.
El agresor no surge de la nada: reproduce lo que ve, lo que vive o lo que el entorno permite. Si no abordas ese ecosistema, puedes castigar a cien adolescentes y seguirás fabricando cien más.
2. Un castigo sin apoyo ni reparación no soluciona nada.
Las políticas que se centran solo en “dar un escarmiento” parecen duras, pero son pobres:
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No cambian la estructura que generó el acoso.
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No dan herramientas emocionales al agresor para comprender el daño.
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No acompañan a la víctima en su reconstrucción.
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No enseñan nada al grupo sobre empatía, límites o convivencia.
Sin prevención, sin educación emocional, sin mediación profesional, sin espacios seguros para que las partes hablen (cuando es adecuado), el castigo funciona como un espectáculo moral:
parece justicia, pero no repara ni transforma nada.
Es venganza institucional con maquillaje de protección.
3. Castigar a un adolescente cerrándole el futuro perpetúa la exclusión.
A los 15–16 años, el cerebro aún está en plena construcción: impulsos, juicio, identidad, autocontrol. Hay margen real para cambiar.
Si a esa edad cometes acoso y la consecuencia es que:
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no puedes entrar a la universidad que quieres,
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o quedas marcado de por vida en el expediente,
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o pierdes todas tus opciones de “rehacerte”,
entonces no estás siendo corregido:
estás siendo encasillado para siempre por un error propio de una etapa inmadura.
El mensaje no es “responsabilízate”, el mensaje es “no hay redención”.
Eso es gasolina pura para repetir patrones de violencia, no para romperlos.
Y socialmente, crea un grupo de jóvenes resentidos, aislados y sin oportunidades:
la receta perfecta para fabricar más problemas a largo plazo.