En España, en 2023, 58 mujeres fueron asesinadas por sus parejas o exparejas. Son cifras oficiales del Ministerio de Igualdad que confirman una realidad dolorosa: la violencia de género es un fenómeno estructural y mayoritariamente dirigido contra las mujeres.
Pero en paralelo hay otra cara, mucho menos visible: los hombres también sufren violencia doméstica, y la mayoría lo hace en silencio.
Según la Macroencuesta de Violencia contra la Mujer (INE, 2019), un 32,4 % de las mujeres mayores de 16 años había sufrido violencia física, psicológica o sexual de alguna pareja. No hay una encuesta equivalente centrada en varones en España, pero la Agencia de Derechos Fundamentales de la Unión Europea (FRA, 2014) estimó que un 8-10 % de los hombres europeos reconocían haber sufrido violencia en la pareja alguna vez en su vida.
¿Por qué esas cifras no aparecen en los informes habituales? Por dos razones:
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Definición legal: en España, “violencia de género” se aplica solo a la ejercida por hombres contra mujeres en el marco de una relación afectiva. Si un hombre es víctima, su caso se contabiliza como “violencia doméstica” o “intrafamiliar”, categorías con mucha menos visibilidad.
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Subregistro: los hombres denuncian mucho menos. Un estudio británico de ManKind Initiative (2020) señala que solo 1 de cada 20 hombres maltratados acude a la policía, frente a 1 de cada 4 mujeres. La vergüenza, el miedo al ridículo y la desconfianza en que se les tome en serio actúan como mordaza.
En cierto modo, la misma idiosincrasia masculina se vuelve contra ellos. Durante siglos, el patriarcado ha moldeado al “hombre fuerte, invulnerable, que no llora”. Ese ideal, pensado para consolidar poder, hoy funciona como una cárcel para quienes no pueden —o no quieren— encajar en él. Cuando un hombre denuncia maltrato, a menudo se enfrenta a frases como: “¿Cómo una mujer va a pegarte a ti?” o “Defiéndete, hombre”. El estigma refuerza el silencio.
Esto no significa que la violencia contra hombres sea comparable en escala con la violencia de género contra mujeres. No lo es. Pero negar su existencia tampoco ayuda. Como explica la socióloga Marianne Hester, experta en violencia doméstica en la Universidad de Bristol: “La violencia contra los hombres existe, pero queda oculta porque no encaja en el guion cultural de la masculinidad”.
La solución no pasa por competir en cifras, sino por ensanchar el foco. Reconocer que la violencia en el hogar es múltiple y que los estereotipos de género dañan a ambos lados. Que una mujer no debe ser juzgada por su “pureza” ni un hombre por su “fortaleza”. Que toda víctima tiene derecho a ser escuchada y protegida, sin importar si encaja o no en la narrativa dominante.
Mientras tanto, muchos hombres siguen atrapados en una cama que ayudaron a construir: la del mito masculino. Una cama incómoda, dura, que no eligieron conscientemente, pero en la que ahora tienen que dormir… hasta que se decidan a romperla.
📊 Fuentes:
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Ministerio de Igualdad (Gobierno de España), datos oficiales de víctimas mortales de violencia de género, 2023.
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Agencia de Derechos Fundamentales de la Unión Europea (FRA), Violence against women: an EU-wide survey, 2014.
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ManKind Initiative (UK), informe sobre violencia doméstica contra hombres, 2020.
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Hester, M. (2013). Who does what to whom? Gender and domestic violence perpetrators. University of Bristol.
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