Historia de Fulanito y Menganita
Conozcamos a Fulanito y Menganita. Se conocieron hace unos años y se gustaron de inmediato. Había química, ilusión, ese brillo de los comienzos. Empezaron a salir juntos, y durante un tiempo todo parecía perfecto: apoyo, risas, compañía.
Pero poco a poco, uno de los dos empezó a querer tener el control absoluto.
Primero fueron detalles:
– “No te pongas esa ropa, no te queda bien.”
– “No hables con esa persona, no me gusta para ti.”
Después vinieron cosas más grandes:
– “No comas eso, te hará engordar.”
– “No salgas con esa gente, me haces quedar mal.”
– “Si tienes éxito, recuerda que es gracias a mí.”
Cada decisión pasó a estar bajo supervisión. La culpa se volvió rutina:
– “Después de todo lo que hago por ti, ¿así me lo pagas?”
– “Yo invierto en esta relación, me debes obediencia.”
Lo que parecía amor se convirtió en una jaula invisible.
Un maltrato constante, disfrazado de cuidado.
Un chantaje emocional interminable.
Con el tiempo, la persona controlada dejó de reconocerse. Vivía con miedo a equivocarse, convencida de que estaba en deuda eterna, de que nunca sería suficiente.
Hasta que un día, agotada, rota y sin salida, eligió el silencio definitivo.
Y nadie lo entendió.
– “Si lo tenía todo”, murmuraban.
Pero no lo tenía: lo habían sofocado en nombre del amor.
Pues eso mismo hacen los fandoms tóxicos con sus artistas: controlarlos, asfixiarlos, convencerlos de que les deben todo, hasta que algunos terminan eligiendo también el silencio definitivo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario