Así me vieron las aguas, cuando aún no sabía qué sembraba.
La Blossom del bosque, de la raíz, del río que recuerda.
Dicen que el bosque la tejió en silencio, rama a rama, flor a flor. Que si sigues el curso del río en sueños, la encontrarás así: inmóvil, eterna, y en paz. La bruja que canta para las raíces.
Así fue vista una noche en que la luna se alzó entera y los vientos llevaron su nombre entre los sauces. Aquella vez, Blossom no hablaba, solo respiraba... y todo alrededor enmudecía.
“La cabaña que no siempre está.”
Algunos dicen que aparece solo en sueños. Otros, que hay que seguir un sendero de ortigas y cantos viejos, y si la luna está en su primer cuarto, y has sangrado por algo importante, entonces la verás.
Es pequeña. Siempre con una luz en la ventana, como si esperara a alguien.
No hay dos viajeros que la vean igual. Para mí… huele a resina, a pan caliente, a tierra mojada.
Y a veces, cuando el viento sopla entre las ramas, me parece que oigo una voz desde dentro que dice:
“Blossom, esta vez qué has traído contigo… ¿dolor o raíz?”
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