sábado, 19 de julio de 2025

La pandilla galáctica: cuando fuimos Luke, Leia, Han... y Chewaka

⭐ Las Guerreras de las Galaxias ⭐

O cómo cuatro amigas salimos del cine convertidas en heroínas espaciales

Tenía 13 años cuando vi por primera vez La Guerra de las Galaxias.
No Star Wars. No Episodio IV. No Una Nueva Esperanza.
La Guerra de las Galaxias, tal como se estrenó en España, cuando el mundo aún no sabía que acabábamos de entrar en una galaxia muy, muy lejana.

Fui con tres amigas. Y como en toda buena pandilla, cada una se pidió un personaje:

  • Mª Jesús era Leia. Mandona, brillante y con dos moños que no admitían réplica. Nadie dudó de que ella tenía que ser la princesa de los tiros.
  • Montse era Han Solo. Rebelde, rápida de lengua y siempre lista para salvar el día con una sonrisa ladeada. Pura actitud.
  • Yo era Luke Skywalker. Soñadora. Con la mirada puesta más allá del horizonte. Con el corazón lleno de luz y la convicción de que el bien aún podía ganar.
  • Manoli... fue Chewaka. Le tocó porque quedaba libre, pero en el fondo sabíamos que era la más leal de todas. La que empujaba, la que cargaba con lo que hiciera falta. La que rugía (literal y metafóricamente) cuando algo no iba bien. Y sin ella, no habría habido historia.

Salimos del cine transformadas. Con la galaxia metida en los huesos y los nombres de los personajes vibrando en la lengua.
Durante días, semanas, tal vez meses, jugamos a ser parte de algo más grande que nosotras. Nos inventamos naves, misiones, rescates y rugidos. No teníamos sables, ni trajes, ni efectos especiales. Pero teníamos algo que nunca se ha vuelto a sentir igual:

La magia de haber estado allí cuando todo empezó.

Porque sí, crecimos. Vinieron más películas, más trilogías, más efectos. Pero nosotras ya habíamos hecho el salto al hiperespacio.
Y en algún rincón de la galaxia, aún siguen viajando esas cuatro chicas.
Una princesa, un piloto, un Jedi... y una wookie sin elección, pero con corazón de oro.

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