domingo, 13 de julio de 2025

 Pequeños salvajes. éramos pequeños salvajes, viviendo el verano medio desnudos, descalzos a veces y siempre corriendo de un lado a otro, a pie o en bicicleta.

Por las mañanas corríamos al "Súper" a por el pan. Montones de niños y niñas en bicicleta, de todas partes de la urbanización "Pedralvilla", Era nuestra primera tarea del día. Mucho mas al principio del nacimiento de la urbanización además de pan comprábamos hielo. Bloques de hielo para refrescar los alimentos que se tenían que mantener frescos. En las casas, los "chalets", no había luz. Iluminábamos las noches con los faroles de camping gas. Hasta las neveras eran de butano (cuando al fin conseguías una).

Bañador o bikini y una camiseta era el uniforme del verano. Las zapatillas eran opcionales. No, no había calles asfaltadas, al menos no a la altura de donde vivíamos nosotros. Nuestros pies debían tener plantas hobbit. No, no es verdad, las piedras se te clavaban en los pies pero no era tan terrible y antes que mojar las zapatillas (salías corriendo de la piscina porque te llamaban a comer) era preferible el pequeño calvario.

Creo recordar que todas las casas tenía piscina pero, lo divertido era juntarse todos o casi todos en una. Que tiene de bueno tener piscina si te bañas solo?

Lo primero al llegar el verano era limpiar la piscina. Cepillos, botas de agua y salfuman. En mi casa el caño para llenar la piscina era de tamaño normal de tubería por lo que, tardaba la vida en llenarse. Recuerdo irme a la cama escuchando el sonido del agua cayendo (mi cuarto daba a la terraza delantera, frente a la piscina). A la mañana siguiente la piscina solía estar ya llena ...  y helada!!! Pero que mas daba?! el agua transparente, helada, deliciosa. Salíamos solo para comer, con la piel de los dedos arrugada y los labios azules de frio. 

Algunas de las familias que vivían en la misma calle que yo estaban emparentadas, otras no, pero en el fondo todos éramos familia. Desde el extremo mas alejado: Julián, Tony, Emilio B, Ana y Mariam, Yo, Cristina y Susana, Paco, mi primo Rafa, Juan el holandés y mi prima Amparín. Con los años la pandilla se hizo mas grande, conocimos a mas gente que se unió a nosotros a pesar de vivir un poco mas lejos. Maica, Luis Ángel, Emilio A, Chomi, Teremari, Lucy, Vicente, Marian (si, teníamos a Mariam, de María Amparo y a Marian, de María ángeles). Vaya, me he dejado a Concha la bona!!!

A día de hoy compartimos un chat de WhatsApp desde 2014.

No recuerdo a que edad llegué a ese paraíso. Libertad casi sin límites! No importaba la hora que fuera, aunque ya la noche hubiera caído, estábamos en casa de alguien, seguro. Creo que nuestros padres nunca tuvieron esa preocupación de no saber dónde estábamos.

La "tía" Ana era la persona mas activa que he conocido en mi vida. No paraba nunca, siempre estaba haciendo algo: Pintado la piscina, la fachada del chalet, los herrajes de la valla, escardando las jardineras, limpiando la casa ... Su marido, el "tío" Antonio nos ponía mercromina cuando nos caíamos, pero no de cualquier manera, nos hacía artísticas pintadas. Al final parecíamos pielesrojas con pinturas de guerra. A pesar de que su piscina era la mas pequeña (y la casa) era la mas grande en calor humano, en cariño.

A mediodía, a la hora de comer el aire se llenaba de gritos y sonidos llamando a "fajina".

Los guateques, las fiestas de disfraces.

En verano, en cuanto nos daban las vacaciones en el colegio empaquetábamos los bártulos y ale, al monte!!!! Los papás no tenían las mismas vacaciones, claro está y hacían el camino de ida y vuelta a la capital todos los días hasta que les daban vacaciones también.

En los tres meses de veranos siempre había que bajar algún día a Valencia por el motivo que fuera. Madrugar para conducir con la fresca. El cambio de temperatura y humedad se notaba. Y en cuanto llegábamos de vuelta, ale, a la piscina, a quitarnos el sudor y el polvo de la ciudad.

Creo que puedo afirmar sin miedo a equivocarme demasiado que éramos felices.


No hay comentarios:

Publicar un comentario