martes, 9 de septiembre de 2025

El montañero valenciano que murió en Granada


El montañero valenciano que murió en Granada 

Querido Vicente,

Todavía me cuesta escribir tu nombre sin sentir un nudo en la garganta. Para muchos serás el montañero de las noticias, el biólogo, el amante de la naturaleza. Para mí siempre serás el indio: tu voz más profunda que la tierra misma, tu pelo negro brillando como ala de cuervo, tu nariz aguileña y tu forma de caminar en silencio conmigo por el monte, sin necesidad de palabras.

Te recuerdo riendo con Kiss de fondo, acariciando a tu perra fiel, soplando vida a un cachorro inerme como si tu propio aliento pudiera sostenerlo. Te recuerdo inclinándote sobre los huesos de un erizo encontrado en el monte, limpiándolos con paciencia para que quedaran blancos, estudiándolos con la pasión de quien ama de verdad su vocación.

Querías los Andes, soñabas con montañas más grandes que todas las que conocíamos. Pero también disfrutabas de lo cercano: el trabajo de cartero, las visitas a los amigos, la pandilla, el simple hecho de salir a pasear por el monte.

Te quise en silencio. Te quise como se quiere lo imposible: escondiendo la herida, sonriendo cuando me hablaste de otra, tragando lágrimas que nunca viste. Y después, cuando la montaña te arrebató, me quedé con un vacío que me acompañó durante años. Pesadillas, despertares con lágrimas, recuerdos que me asaltaban de golpe.

Han pasado dieciocho años. El dolor ya no me ahoga como antes, aunque sigue apareciendo, como un eco grave de tu voz. Y me aferro a él, porque aunque duela, me devuelve lo que fuiste: un hombre auténtico, noble, profundamente vivo.

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