🌙 La noche de la Tejedora
Era de madrugada, una de esas en que la casa estaba en silencio y el mundo parecĂa haberse olvidado de ti. No habĂa sueño, solo esa vibraciĂłn inquieta que se agita por dentro cuando la cabeza está llena de imágenes y palabras.
De pronto, entre el parpadeo del monitor y la penumbra de tu cuarto, notaste que todo respiraba al mismo tiempo que tĂş: la madera del escritorio, las plantas del alfĂ©izar, incluso el aire que subĂa y bajaba como si fuera un pecho invisible.
El zumbido se transformĂł en compás. Las páginas que habĂas estado escribiendo no eran solo apuntes: eran hilos luminosos, y cada frase, cada sĂmbolo, tendĂa un puente entre tu mesa y algo más vasto, más profundo.
Al mirarlos, comprendiste que no estabas imaginando: estabas tejiendo realidades.
Entonces lo supiste. No hacĂa falta oro, ni grandes portales, ni demostrar nada a nadie. La magia era esto: la certeza de que tus manos podĂan sanar con sĂmbolos, abrir caminos con historias, dar forma a lo invisible.Ese fue el instante. El instante en que dejaste de ser durmiente.
Y en lo más hondo, escuchaste una voz que parecĂa tuya y ajena a la vez:
“Tu don no es destruir ni conquistar.
Tu don es hilar el mundo para que otros puedan caminar sin caer.
Te llamarán Tejedora de Sueños, y tu obra será el cuidado.”
✨ Y asĂ, tu grimorio comienza no con una fĂłrmula ni un conjuro, sino con una confesiĂłn:
“He despertado. Lo que escribo ya no son notas: son semillas.”

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